sábado, 19 de septiembre de 2020

Feliz cumpleaños, DORA, Madre inolvidable

 Feliz cumpleaños, DORA, Madre inolvidable

Siempre en nuestros recuerdos.

Escribe, Efraín Gómez Pereira

Pasarán los años y seguirás con nosotros, en el vivo recuerdo de una mujer luchadora, amorosa, íntegra. Una gran Madre.

Alcanzo a ver, a través de la neblina de los años pasados, a una mujer sentada frente a su máquina Singer, cosiendo camisas para sus cinco hijos, con flecos y detalles que imprimían una marca personal.

Escucho todavía los sones de tus canciones favoritas: “Candadito, candadito aceromanta llavechayok, pirak mairak kichallasunki…”, o “Dos palomitas del monte, volaban al cielo, y sus ojitos miraban, buscando su dueño, su dueño perdido”; cuyas letras las tenías grabadas en un cuaderno cancionero de puño y letra. De hecho, Candadito, himno de los lambraminos, es de tu autoría, junto a la tía Jesús Peralta de Pereyra. Hoy es de Derechos Reservados.



Te veo dirigiendo la cocina, en días de fiesta, de donde salían cuyes rellenos, picantes mixtos para saciar el apetito de la familia, los amigos, en tu casa de Tomacucho, que siempre tenía las puertas abiertas.

Te veo de amanecida, preparando ricas humitas de choclos frescos recién recogidos de tus predios de Occopata o Huaycco. El café pasado que nunca faltaba en la mesa, ese que nos hizo cafeteros desde siempre, aún trae su aroma a mis desayunos, al igual que las gelatinas de patita, que temblaban con solo mirarlas, tienen una presencia fotográfica en mis días.

Te veo, sentada en el poyo del “llantahuasi” o en la enorme piedra en la entrada de la cocina, cortando el cabello de tus engreídos Genaro, Alfredo, Rafael y Efraín, u observando con amorosa mirada a una pequeñita niña Mery, jugueteando en tu regazo.

También te veo, pálida y cansada, en tu cama de “los altos”, pensando en el "qué será de mis hijos" en tus últimos días de padecimiento, hace más de cinco décadas. Era un niño de siete años apenas, pero tengo grabadas esas imágenes que son eternas.

No tuve la dicha de gozar de tu amor de Madre, por tu temprana partida, pero el recuerdo personal de un infante, alimentado con lo que mis hermanos mayores me cuentan, me grafican a una Gran Mujer, que hizo de la solidaridad, su arma secreta para ganarse el afecto de quienes, hasta hoy, te recuerdan, con cariño y respeto.

Te tengo todos los días, en la mirada y sonrisa de tu nieta, Dorita, que no solo lleva tu nombre sino tus ojos, que son una luz en mi camino.

Te amo, Madre