martes, 26 de diciembre de 2023

"Cachicurpa", la delicia lambramina

“Cachicurpa”, la delicia lambramina

Escribe, Efraín Gómez Pereira

El envidiable verdor de las praderas que rodean el estrecho valle de Lambrama, alberga cantidades relativamente importantes de vacas, ovejas y cabras, criadas de manera artesanal, doméstica y que representa la base de una economía familiar básica, incipiente. Las chozas, cabañas o jatus diseminadas en los predios de las cercanías al pueblo, son habitadas por comuneros y campesinos que dedican gran parte de su existencia a la crianza de ganado criollo, crianza de subsistencia, que es alternada con la agricultura familiar, también de subsistencia.

La belleza natural que hace contraste artístico entre las nubes oscuras, vientos silbantes, lluvias de temporada, arcoíris caprichosos, espejos en las rocas de los cerros, cielo azul intenso y sol siempre ardiente y brilloso; es la prodigiosa riqueza de los campesinos que gozan de estos privilegios, y que son la envidia de muchos citadinos.

El campo lambramino ofrece, además, ríos y lagunas, puquiales y facchas o cataratas, que riegan de frescor y vida la crianza y producción de los waqrapukus, con aguas cristalinas que son compartidas por hombres y animales, sin discreción ni miramientos; sin tarifas ni limitaciones. La crianza de truchas es, en la actualidad, una oportunidad valiosa de emprendimientos familiares y comunales. 

Cachicurpa, queso artesanal que se mantiene en el tiempo.

En este ambiente donde la naturaleza se ha detenido para ofrecer belleza y riqueza, abundan flora y fauna que también forman parte de la “propiedad” de los lambraminos, que sin codicia ni ambiciones, comparten los sabores y valores de plantas nativas que nutren de frutos y aromas. Uncas y tastas, lambras y queuñas; sihuares y tayancos; chachacomos y chilkas, regalan leños surtidos que alimentan las brasas de la vida en los jatus y en las qonchas del mismo pueblo. 

Los pajonales eternos, siempre brillantes, sedosos y buscados para ocasiones especiales, son la cuna madre de una vida silvestre variada, respetada, virgen, que merece ser estudiada. Los jakaqllos, yutus, tuyas, piscalas, guayanacos, pichinkos compiten en ofrecer melodías que acompañan la vida rural. Las melodías más dulces que se pueden escuchar desde las madrugadas, salen de sus alborotadas existencias. La convivencia entre humanos, flora y fauna es natural, sin leyes ni ordenanzas. El respeto mutuo es la única y primigenia regla, impuesta sabe Dios desde cuándo. Paymakis, es una muestra de esa convivencia armoniosa, que ofrece vida y producción orgánica en las comunidades lambraminas de Payancca, Marjuni y Kusuará, reconocidas oficialmente como  microcuenca de agrobiodiversidad.

Lambrama, escenario de una riqueza natural que destaca y debe aprovecharse.

Recuerdo, en los años sesenta y setenta del Siglo pasado, todavía un adolescente inquisidor, deambular solitario o acompañado de mis hermanos o patotas de Tomacucho, en las afueras del pueblo buscando cazar tortolitas o cuculíes, con hondas de “jebe con su pampám” y piedras redondas recogidas en los ríos; para saborearlas en ricos, apetecibles e incomparables kankachus. 

En esas andanzas, que no tenían tiempo ni horarios, llegábamos hasta Yucubamba, Buenavista, Motoypata, Qaraqara, Qahuapata, hasta Queuñapunku, donde los jatus humeantes, llenos de vida, regalaban pinturas de arte natural de incalculable valor. Chozas rodeadas de cercos o pircas de piedra, generalmente cerca a un arroyo y de vegetación eterna, nos abrían sus puertas.  El premio mayor era gozar de la bondad de los paisanos o familiares, como la tía Victoria o el tío Goyo, de Chucchumpi, que libre de mezquindades, salían a nuestro encuentro para convidarnos mote con queso o leche fresca recién ordeñada salpicada de cancha de maíz.

En algunas oportunidades, nuestro privilegio tocaba el cielo, porque el mote, papa huaico, o la cancha de chulpi, tenía de acompañante un generoso pedazo de cachicurpa, la delicia láctea lambramina por excelencia.

La cachicurpa, es un queso seco y bien salado, elaborado artesanalmente, en las mismas cabañas altoandinas. No es exclusivo de Lambrama y sus comunidades, pero para mi gusto y paladar es el mejor que jamás haya existido y probado. Se produce en otras comarcas de Abancay y de toda la región. Compite en la preferencia de los comensales de Abancay, con las cachicurpas provenientes de Huancarama (Andahuaylas), Huanipaca (Abancay) y Palpacachi (Grau).

Alguna vez, hemos intentado ordeñar una vaca, imitando la habilidad innata de las pasñas o maktas, en la idea de participar en el proceso de elaboración de este queso lambramino. Para hacer la cachicurpa, se junta la leche en porongos o fuentes limpias, desde la tarde anterior, ordeñando las vacas en el mismo corral. Los lugareños saben que deben dejar una buena parte del producto en las ubres de la vaca para el alimento del becerro, que permanece muy cerca.

La leche acopiada se somete al cuajado, para lo que se utiliza el cuajo animal que fue extraído de una parte del estómago de la vaca, oveja o cabra. “Panza, libro, bonete y cuajar” recordamos en los libros de primaria al estudiar a los rumiantes. El cuajar sometido a salmuera, produce las bacterias necesarias para la coagulación de la leche y cortarla, generando la cuajada.

La cuajada o leche cortada se separa con las manos, estrujándola lentamente hasta lograr el quesillo compacto que se libera del suero, con la ayuda de un mantel o suisuna limpia, utilizada exclusivamente para este fin. El quesillo o cuajada se amolda con la manos, agregando abundante sal, que garantizará un secado compacto, firme y sin cuartearse.




Variedad de queso artesanal donde el cachicurpa y el mote destacan en sabor.

El queso redondo del tamaño del puño de un adulto, es reservado en lugar seguro, fuera del alcance de los niños o animales domésticos. Las viviendas lambraminas tienen colgando de la cumbrera que da a la cocina, al fogón o la tullpa, una parrilla o canastilla hecha de listones finos de murmuskuy o carrizo -le llaman “lamparines”-, donde se colocan los quesos frescos para que en un tiempo determinado alcancen su madurez y ahumado, con sabores que son influenciados por el tipo de leño que calienta la fragua de la cocina. Ese es el cachicurpa, que saborea paladares, genera envidias sanas, y nos traslada a los inolvidables recuerdos de una infancia dulce, inocente y sabia, en una Lambrama que para bien o para mal, ha cambiado, y sigue cambiando, no solo de fisonomía, sino de saberes y costumbres.

En la actualidad el queso cachicurpa se elabora ya en procesos semiindustriales, utilizando cuajos químicos que permiten aligerar los costos, pero que lamentablemente alteran el sabor y valor original del queso artesanal que no conocía de pasteurizaciones ni temía a la lactosa. Aun así, quienes tenemos la dicha o privilegio de acceder a una cachicurpa, de manera eventual, gracias a las encomiendas que nos llegan también esporádicamente, podemos dar fe, con inocultable orgullo lambramino, que no hay mejor queso que nuestro cachicurpa.

lunes, 18 de diciembre de 2023

Virgen de Caype, Patrimonio Nacional

Virgen de Caype, Patrimonio Nacional
Escribe, Efraín Gómez Pereira
Es oficial. La Festividad de la Santísima Virgen de Caype, es Patrimonio Cultural de la Nación. Si bien la declaratoria fue plasmada en agosto pasado en el diario oficial; hace apenas unos días, el 13 de diciembre, el caypeño Manuel Navío Sánchez, promotor, impulsor y gestor de este reconocimiento oficial, recibió la Resolución Viceministerial 185-2023-VMPCIC/MC, nada más y nada menos que de manos de la presidenta de la República, Dina Boluarte.
La fiesta de la Virgen Santa Isabel de Caype, que es atracción ancestral de nuestro pueblo y que se celebra en el mes de julio, tiene una tradición que se remonta a más de 400 años y está íntimamente ligada a la vigencia y prestigio cultural de la Iglesia colonial de ese centro poblado. 
Manuel Navío Sánchez, recibe resolución oficial de manos de la presidenta de la República, Dina Boluarte.

En sentido, es bueno destacar el tenor de la resolución que dice: “Declarar Patrimonio Cultural de la Nación a la fiesta en homenaje a la Santísima Virgen de Caype, del centro poblado de Santa Isabel de Caype, distrito de Lambrama, provincia de Abancay, departamento de Apurímac, como expresión original y de gran significado, que une una intensa devoción religiosa a la virgen con una serie de rituales y tradiciones propiamente andinos, en las que destaca el pago a la tierra y los Apus y sobre todo la danza de tijeras, que alcanza en esta fiesta una importancia poco usual; erigiéndose, además, en un símbolo de identidad local de Caype y por extensión de la provincia de Abancay”.
Es de entender que el sentir del pueblo que cobija a la Virgen, es de entusiasmo y compromiso que se debe orientar a recuperar, valorar y fortalecer la tradición cultural de Caype, y hacer que el Santuario que alberga a la Mamacha sea cada vez más, un lugar obligado para las visitas de los locales y del turismo regional y nacional.
Es de esperarse que las festividades del próximo año 2024, serán diferentes, pues este reconocimiento hará que los altareros redoblen esfuerzos para convocar feligreses y paisanos radicados en diferentes confines dentro y fuera del país, en la ilusión de asistir a unas celebraciones que llevarán, por primera vez, la marca de “Patrimonio Cultural de la Nación”.
La iglesia Santa Isabel de Caype, recientemente remodelada, será entonces centro de una celebración de especial connotación donde las tradiciones, costumbres y la majestuosidad de nuestras arpas, violines y los famosos Danzantes de Tijeras, renovarán a su vez, su fe inquebrantable en la Mamacha, en la Virgen.
Quienes asistan a estas celebraciones tienen asegurado que serán testigos activos de la misa de bienvenida con matrimonios para toda la vida, la jashua cantarina, la procesión callejera al compás del “Rompecha corralchallay”, las competencias entre danzantes y grupos de músicos locales.
Se vivirá como todos los años el tradicional tapunakuy, la subida a la torre de la Iglesia a través de un lazo colgante, avivados y animados con chicha de jora y cañazo que son infaltables. El Altar brillará de espejos, imágenes santas y la contagiosa alegría de su pueblo.
El compartir del almuerzo comunal con el tradicional caldo de cabeza dará paso al Umatinka, en plena Plaza de Armas, y la despedida de visitantes, artistas y músicos en el incomparable cacharpari, que saldrá entre cantos y danzas hasta las afueras del pueblo, en espera del año siguiente.
Nuestra emoción lambramina por este logro que trasciende generaciones, en el saludo de felicitación al esfuerzo desplegado por don Manuel Navío Sánchez, su familia y un entorno muy cercano y reducido de paisanos que creyeron en su “locura” de buscar la declaratoria, desde el año 2016, empujado por la trascendencia que alcanzó el documental sobre los Danzantes de Tijeras de Apurímac, lanzado al mundo unos cuatro años antes.
Manuel Navío, se emociona al recordar las innumerables peripecias que tuvo que sortear para alcanzar este logro. Pocos creyeron en su osadía, otros le dieron la espalda; pero su decidida terquedad y su amor a la tierra que lo vio nacer y crecer lo impulsaron a no detenerse y mirar hoy, que Caype, Lambrama, Abancay y Apurímac, sienten orgullo compartido de tener entre sus valores, una riqueza cultural, un patrimonio nacional.
Reclama para que, a partir de este valor, el pueblo de Caype y las 19 comunidades de Lambrama trabajen en el calor de la unidad, para recuperar la prestancia de nuestro arte local y proyectarlo hacia al futuro, sobre la base del compromiso y aprendizaje de las nuevas generaciones de caypeños, lambraminos, abanquinos y apurimeños. Las fiestas del próximo año, deben promover la participación exclusiva de los artistas apurimeños -danzantes, violinistas, arpistas y cantantes-, que es la única forma de recuperar la importancia suprema de la riqueza regional que tenemos, sugiere Manuel.
Haber alcanzado la declaratoria de Patrimonio Cultural de a Nación, a una fiesta comunal ancestral, es una cara lección para que muchas autoridades locales que ofrecen el oro y el moro y no hacen nada o poco, se miren en el espejo del hermano de Caype, y sientan que cuando hay voluntad, dedicación y decisión, sí se puede.