Lucas Molina, dolor en el charango
Escribe: Efraín Gómez Pereira
Ha partido un amigo, un músico querido, un artista polifuncional, un cantautor, un creador de sueños, un profesor identificado, un padre amoroso; y, sobre todo, un hombre que adoptó, como muy pocos, la humildad y sencillez, como marca personal adherida a todos sus actos.
Su pueblo, al que juró olvidar solo con la muerte, llora su temprana ausencia. Sus alumnos, sus colegas, sus amigos de colegio, sus paisanos de Lambrama y Pampahuire, reconocen su valía, lamentan su partida, con sentidas frases y mensajes a través de las redes sociales y expresan su pesar con la familia.
Lucas Molina León, “Lambramino de Pampahuire” como se identificaba, ha provocado que el “Chincapun” de las campanas de la iglesia San Blas de Lambrama, repiquen con especial connotación. Sus tañidos, en homenaje al charanguista autodidacta, laceran el alma de los lambraminos.
Dino, Ulises y Lucas, Trío Chipito, en un reencuentro musical en Lambrama, después de muchos años.
Hay silencio y
congoja. Hay dolor, mucho dolor, en las calles de aquel pueblo, al que hace
algunos años le escribió una sentida canción, como presagio de que lo
inevitable iba a llegar en algún momento. A través de “Nostalgia lejana”, Lucas
con el Trío Chipito, integrado además por Bernardino Pereyra Peralta y Ulises
Lezama Milla, perennizó estas letras que lo dicen todo:
”Lejano el día que yo partí, de aquel pueblo que
tanto amé. Mi corazón no sabe qué hacer, siente nostalgia, quiere llorar. Al estar
lejos de ti, es mi promesa volver a ti. Bajo Chipito, río hablador, son cuatro
barrios en su suelo, flores germinan en sus campos, trinan pajarillos sin descansar.
Es mi Lambrama de mí querer, en cuyo suelo pues yo viví, en cuyo suelo pues yo
nací. Aunque lejos, muy lejos, lambramita, siempre estás en mí.
Recuerdo días de aquel vivir, muchos amigos con quien jugué, mil ilusiones al despertar, mil aventuras al caminar, infancia mía que ya se fue, queda impregnada en mi corazón. Pues el destino hizo que yo me alejara pronto de ti, dolido el alma y llanto en mí, fue de aquel día que yo partí. Pues me alejé tal vez no volví, pero olvidarte solo al morir”.
Lucas era un exponente natural de todo instrumento musical que llegaba a sus manos. Guitarra, mandolina, quena, tinya, charango. Evocaba a su padre, Lucas Molina Valderrama y a Melchor Pereyra, como quienes lo inculcaron en el arte, cuando muy niño los veía gozar de las cuerdas y los huaynos, en su añorada Lambrama.
En la ejecución y adaptación del charango destacó como un gran creador, un innovador de talla mundial. Tiene como registro suyo, la afinación de 12 cuerdas, una innovación atrevida que causó estudios y análisis en el Congreso Internacional del Charango, realizado en Cusco, en octubre del 2008.
Entonces dijo ante el asombro de eximios charanguistas mundiales: “Quiero adaptarle una orden más al charango; es decir sería de 6 órdenes dobles (12 cuerdas), en otras dos afinaciones distintas (L16 y L18), una adaptación mía”. Su orgullo era mostrar el “Charango pampahuirino” en diferentes escenarios.
Con Dino y Ulises, amigos desde la niñez, grabó un primer CD con canciones y creaciones propias, como el Trío Chipito. Los pocos ahorros del trío y el aporte de amigos, lo hicieron posible. Sus canciones, ligadas a Lambrama y las andanzas de los tres músicos, impactaron y motivaron el interés de propios y extraños. Grupos ya consagrados quisieron comprar las canciones del Trío Chipito. “No somos mercantilistas, somos promotores”, era la respuesta.
Al salir Ulises del país, Lucas y Dino, siguieron con la rica travesía musical lambramina, a través del Dúo Lamblalma, cuando grabaron una segunda entrega, también con creaciones emotivas y populares. Sus canciones, además de sus solos de charango están colgadas en Youtube.
Lucas y Dino, el Dúo Lamblalma.
Afectado por un mal renal, se trasladó a vivir a Lima y el dúo se dividió. Lucas y Dino, cada uno por su lado, siguieron haciendo música, música grauina y lambramina. El sueño, el caro anhelo de ambos amigos de niñez e infancia, de aventuras y penurias, era grabar una tercera entrega. Solo en enero pasado, se pusieron como meta, que apenas pase el feo temporal de la pandemia, se juntarían para cantar y tocar, para grabar por Lambrama, por el pueblo, por los recuerdos, por el futuro.
El sueño quedó trunco. Dino, con el dolor que lo aqueja por esta irreparable pérdida de su “hermano del Lambralma”, ha jurado que cumplirá ese anhelo, con Lucas dirigiéndolo desde el cielo, que es donde debe estar afinando las 12 cuerdas de su “Charango pampahuirino”. Descansa, Lucas. Nosotros nos quedamos mirando tus videos y sintiendo el latir de nuestros corazones con los sones de tus creaciones.