José David, 25
años
Escribe, Efraín Gómez Pereira
Es inevitable que su mirada, tierna y escrutadora, se extienda más allá de la cuenta, cuando observa algo que le llame la atención. Pienso que se hace preguntas, que busca respuestas.
Generalmente, es observador y, al mismo tiempo, parco, silencioso. Pero cuando le entra la inquietud por algún tema de su agrado, cuando le picas con una chanza o una pregunta capciosa, se desata y no hay quien lo pare.
Es José David Gómez Pineda, mi hijo, que hoy cumple 25 años. Empezó a vivir, su propia vida, a los 15 días de nacido, después de superar pronósticos fatalistas de “expertos” de aquí y de allá, a quienes felizmente, por la terquedad del amor, no escuchamos.
Terapias físicas en el Seguro y con especialistas particulares. Terapias de lenguaje en centros especializados, donde conocimos personas de corazón gigante. Educación inclusiva en colegios especializados y “normales”, en un medio donde, hace apenas un cuarto de siglo, existían los rechazos incomprendidos, hacia las mal llamadas personas diferentes, especiales.
Un duro y permanente ajetreo en el que hubo el compromiso de su madre, Gloria, quien es, finalmente, el combustible que enciende y mueve ese motor llamado hijo. José David es la expresión natural de la paz, de la tranquilidad. Un abrazo suyo, una sonrisa curiosa, una mirada de sus ojos achinados, causan efectos de inmediata empatía, que ya muchos quisiéramos tener.
¿Y cuál es la novedad?, dirán. José David, es un joven con síndrome de Down, y fruto del trabajo desplegado en toda su vida, es un artista multifacético. Es un músico que lee partituras y domina la flauta, armónica, batería, danza, marinera, hip hop. Es aficionado a la fotografía y la natación. Con su personaje “Pescadito”, hace de divertido clown. Le gusta la cocina. Vive entretenido con esa capacidad acumulada y asimilada desde muy niño.
Ha participado en el grupo de rock “Magenta”, compuesto por músicos con síndrome de Down y autismo. Ha llevado su capacidad musical al festival Mundo Alas, en Argentina, donde tocó con León Gieco. Ha viajado a México, Estados Unidos, Ecuador, Colombia, Chile.
En el país ha visitado varias ciudades y en Lima, asiste a jornadas abiertas en teatros, plazas, universidades, colegios, hospitales, municipios, radio y televisión, donde no solo toca música, sino enseña marinera, da charlas de motivación testimonial, de la mano de su madre, que es una experta en el tema de discapacidad e inclusión.
Es un joven inquieto, travieso, ágil. Recibió en Washington, el premio International Gold Excellence Awards, que lo reconoce como Promotor de los derechos de las personas con discapacidad a través del arte.
De hecho, en su blog personal se identifica: “Soy José David, activista y defensor de derechos de jóvenes que, como yo, buscan ser reconocidos por sus capacidades y talentos. Amo la música y la danza, mis aliadas, que se han convertido en mi lenguaje y en la oportunidad de llevar mi mensaje de inclusión a diversos escenarios”.
“No me gusta competir. Prefiero disfrutar cada actividad sin el stress y la presión de lograr una ubicación preferencial. Y si bien no tengo un título profesional, no dejo de explorar, aprender y conocer, cada día, para ser una mejor persona y demostrar que discapacidad no es incapacidad”, define con claridad.
Tras culminar la etapa escolar, José David recibió una formación integral para afrontar la vida diaria, a través de talleres productivos de autoempleo, que lo tiene como actividad paralela a su vida de artista. Viva la vida, hijo mío.