Comunidad de Atancama y sus posibilidades
Escribe, Efraín Gómez Pereira
La historia de la Comunidad de Atancama, en el distrito de Lambrama, Abancay, es la de miles de comunidades del país, que en plena época de modernidad y dinamismo industrial, aún consume agua entubada, carece de servicios básicos, vive de una agricultura de subsistencia, con la pobreza extrema que es la amiga cercana; sus niños, la mayoría de sus pocos niños, padecen desnutrición y anemia crónicas.
Es un pueblo que, estando a un paso del centro del poder político y administrativo de la región Apurímac, no es visible para las decisiones. Sus carencias y limitaciones hacen que sus pocos pobladores, en especial sus jóvenes, opten por la migración hacia ciudades cercanas o lejanas, en busca del bienestar que en su propia tierra les es esquivo.
De acuerdo al estudio Plan de Desarrollo de la Comunidad al 2021, elaborado por la dirigencia comunal entre los años 2016 y 2017, Atancama tiene una población quechua hablante de 313 habitantes y los comuneros empadronados suman 185, que viven en la misma comunidad y en Abancay.
El centro educativo inicial tiene seis alumnos y un docente; el de primaria, diecisiete alumnos y tres docentes. A pesar de las limitaciones, los estudiantes de primaria alcanzan rendimiento exitoso según la Evaluación Censal (ECE), lo que los alienta a seguir superando los escaños. La infraestructura física es de mediana condición.
El puesto de salud carece de equipos y personal adecuado. El Seguro Integral de Salud (SIS), cubre la necesidad de salud de la mayoría de pobladores, que se atienden en el centro de salud de Lambrama y en el hospital de Abancay.
Según el estudio, la mayoría de viviendas son construidas en adobe, teja y calamina, muchas de estas deshabitadas, a causa de la migración. Solo seis viviendas son de material noble. Cuentan con energía eléctrica, agua entubada. Solo veinte familias tienen letrinas. La mayoría hace sus necesidades a campo libre. No hay tratamiento de la basura, que es dispuesta en chacras, quebradas, riachuelos y acequias.
Cuenta con servicios de telefonía fija y móvil privados y señal de televisión estatal, aunque con serias limitaciones de accesibilidad.
Este diagnóstico que describe un cuadro de pesadumbre, alienta a los atancaminos a mirar con expectativa el mañana, sabiendo que la comunidad cuenta con recursos naturales y culturales que están por explotar o darle uso racional y sostenido.
A esta comunidad, creada el 29 de octubre de 1999, se llega desde Lambrama por una trocha de 3 km. Allí se divisa un panorama paisajístico de colores festivos, atractivos y en perfecta armonía, al amparo de su guardián eterno el Willkamarca, su río rico en truchas, sus cabañas de leche fresca y quesillo; sus chacras de papas nativas, ocas, maíz choclo; su añorado paraje de Unca, con la ausencia de sus bosques de eterno verde, que eran una invitación a la ensoñación.
En la dureza de su caprichosa geografía, Atancama cuenta con una serpenteante cadena de 12 riachuelos, 21 manantiales, y 32 lagunas, de las que destacan por su riqueza y atracción, las de Lliullita y Azulccocha.
Este potencial es aprovechado parcialmente, como el sistema de riego tecnificado a través del canal de Allumani, que cubre áreas de producción agrícola en Atancama y Urpipampa.
Hay necesidad de que programas estatales realicen trabajos de forestación y reforestación para propender a la conservación de especies nativas, que son un sello diferencial.
Fortalecer la producción agrícola y pecuaria, extender la comercialización hacia la ciudad de Abancay, pues ahora está limitada a las ferias esporádicas, que no sirven para dinamizar la economía comunal, que es básicamente agropecuaria.
Los recursos mineros existentes en los cerros Minaspata, Moroccocha, Bombo Orcco, Lliullita, Chuilluni y otros, están concesionados y su eventual explotación debe pasar por el aval de la Comunidad, y así evitar lo que pasa en otras comunidades, plagadas de conflictos.
Hay actividades productivas que podrían generar ingresos a la comunidad siempre y cuando estas se manejen de manera coordinada, concertada, viendo que los ingresos permitan el deseado desarrollo integral de la Comunidad.
Para ello es necesario el fortalecimiento de la Comunidad, empezando por sus propios actores: los atancaminos, que deben mirar el espejo de sus vidas y señalar qué es lo que han hecho cada uno de ellos por su pueblo y no esperen que Atancama se vaya despoblando poco a poco y quede a expensas de algunos pocos.