domingo, 7 de septiembre de 2025

De quiraos, walthanas y chumpis

De quiraos, walthanas y chumpis
Escribe, Efraín Gómez Pereira

Recuerdo a Guillermina, una chola buenamoza, blancona, pukauya y grandota, con una estatura por encima del promedio de las pashñas lambraminas, cargar con destreza una cuna de madera dura en la que descansaba su bebé de meses. 

La cuna hechiza con palillos de guarango o unca, conocida como quirao entre los wakrapukus, forma parte de la indumentaria familiar ligada a las madres y al desarrollo físico de sus hijos. Elemento sustantivo para el crecimiento de las wawas.

El quirao, elaborado por las hábiles manos del “arquitecto” Candelario Luna, de Allinchuy, estaba tejido por listones delgados y cruzados por hebras de pakpa y filos de cuero curtido, que le daban un porte de seguridad y firmeza, que garantizaba la estabilidad de la madre y su herqe.

Guillermina, natural de Marjuni, trabajaba en casa de Tomacucho y compartía sus responsabilidades de madre con Julia y algunas tareas domésticas que incluían el cuidado de la pequeña “niña Mery”. Cargar el quirao sobre la espalda y sostener con las manos a la otra niña, parecía un cuadro natural.
Lambramina luciendo el tradicional quirao. (Foto internet).

 interior del quirao estaba amortiguado por un pedazo de pellejo de oveja que encajaba en el cubil cubierto con mantitas de lana de colores. Se sujetaba con un cinchón también tejido de lana de colores vivos y diseños geométricos.

El uso del quirao se estilaba hasta que el bebé cumpla un año, plazo en el que, según la sabiduría popular, este lograba fortalecer adecuadamente su anatomía en desarrollo y crecimiento físico.

Pero no solo era cargar el quirao, para garantizar el crecimiento del menor, sino había que cumplir otras reglas, también naturales a la idiosincrasia de los pueblos andinos: envolver en una manta o walthana y fijar la estabilidad del cuerpecito con una faja o chumpi. Ambos elementos elaborados con lana de oveja y diseños particulares.

La walthana, o fajado de la criatura era un arte que las mujeres aprendían o asimilaban con naturalidad. Era parte de la herencia familiar al igual que el propio quirao. Pies y manos pegados al cuerpo casi amortajados, con una ligera presión para evitar que este se moviera o pataleara y pudiera escabullirse. Sobresalía la cabeza soportada por un chullo de lana, que lo mantenía caliente.
Walthana y chumpi, en imagen de A3 Arqueología, antropología y arte 

La experiencia señala que esta modalidad de trato al menor era una forma de asegurar que este crezca derecho, con los huesos fuertes bien formados y la columna enderezada. El fajado se realiza con el chumpi, un tejido de colores de dos metros de tamaño, lo suficiente para cubrir con un par de vueltas el cuerpo walthado del menor.

El quirao, con el bebé walthado y sujetado con el chumpi, tiene cuatro patas para descansar mientras la madre realiza actividades que exigen su plena concentración. En el piso puede ser movido como balancín, ayudando a que la wawa duerma o se tranquilice. Todo un arte heredado desde tiempos preincas.
 
Tradicional quirao en post de comunidad campesina Cancha Cancha, Ayacucho. 

El quirao, la walthana y el chumpi, como se podrá entender, no son predominio de las lambraminas, sino son elementos que trascienden siglos e historia. En museos de Cusco y otras ciudades, se pueden apreciar ejemplares rescatados y conservados, al igual que en tratados de historia, que los ubican como elementos prehispánicos.

Lamentablemente estos usos populares y tradicionales, como muchos otros, están pasando al olvido superados por cunas, andadores y cochecitos de plástico que se han impuesto por la facilidad de encontrarlos y descartarlos o reemplazarlos. Y cuando en la calle se vea a un joven, hombre o mujer, con las piernas chuecas o “arwichankas”, alguien murmurará “pobrecito, a este no lo han walthado de chiquito”.