“Qauchu Kullu”, aporte miguelgraunio
Escribe, Efraín Gómez Pereira
Cuando en los años setenta del siglo pasado, el jovencito Julio Arnaldo “Chivo” Acosta Sullcahuamán bajó con su maleta de sueños de un añejo Cóndor de Aymaraes para enfrentarse a Lima y sus desafíos, Lima y sus posibilidades; se topó con la dura realidad de una ciudad cosmopolita que entre sus calles y veredas escondía – ahora los exhibe como natural característica- enormes montículos de basura; obra y gracia del ser humano.
Las calles cercanas al tradicional parque Universitario, en el centro de Lima, donde estaban los cuarteles generales del bus interprovincial que lo llevó de Abancay a la capital en un viaje de más de 24 horas, no eran lo que todo provinciano imagina. La basura acumulada lo impactó sobremanera y recordó que, en Abancay, en Cachora – su tierra -, no había basurales de esa magnitud.
“El andino sabe gestionar su entorno. Todo lo reutiliza” pensó para sí. Ese día, decidió que tenía que hacer algo para cambiar esa terrible situación. Se hizo ingeniero Mecánico en la Pontificia Universidad Católica, de la que hoy es docente principal, y su mirada tenía un norte: investigar.
Egresado de la GUE Miguel Grau, en el 75, hoy Bodas de Oro, el Chivo, destacaba como uno de los mejores alumnos de su promoción. Dedicado, disciplinado, responsable, cumplidor. Dibujaba bonito, tenía cuadernos bien ordenados y vestir pulcro. Atributos que sumados a su gran capacidad académica lo perfilaron como un potencial investigador.
Ya como profesional dedicó parte de sus capacidades de investigador a buscar salidas y alternativa al uso y reúso de materiales que se botan a la basura. El plástico en sus diferentes presentaciones del que nos deshacemos a diario y que son elementos altamente contaminantes del medio ambiente, acaparó su atención.
En España, en la Universidad Politécnica de Cataluña, se especializó en el Centro Catalán de Plástico, donde aprendió de los compuestos de madera y plástico. Ese conocimiento, muy especializado, lo trasladó a la Universidad Católica, en cuyo laboratorio de Ingeniería Mecánica lidera un equipo de profesionales y estudiantes, investigando maderas locales y plásticos, a fin de darles uso productivo.
Así llegaron a las tapitas de botellas de plástico y a las virutas de madera. Con el conocimiento de la tecnología que permite hermanar a estos elementos de descarte y convertirlos en un material resistente tanto o más que la madera y el plástico solos, impulsó su propio laboratorio en la universidad instalando hornos, prensas, moldes que les permitiría avanzar en las investigaciones.
En ese laboratorio nació “Qauchu Kullu” (plástico-madera o “madera de plástico”) una mezcla de plástico y madera reciclados. Es de alta durabilidad, liviano y moldeable. Resistente a químicos y a la perjudicial polilla; y de costo comparativamente económico. Con el novedoso Qauchu Kullu, se producen objetos útiles y se contribuye al cuidado del ambiente.
Plástico y madera rescatados de los desperdicios, abrazados para el confort humano en amoldables sillas y carpetas. No se trata del invento del Siglo, tampoco de una creación particular, sino del uso adecuado de materiales que, a pesar de provenir del descarte, siguen siendo útiles, gracias a la tenacidad de un miguelgrauino de la promoción 75, Bodas de Oro.