lunes, 25 de agosto de 2025

Miguel Grau 75, Bodas de Oro

Miguel Grau 75, Bodas de Oro
Escribe, Efraín Gómez Pereira

El esperado abrazo del reencuentro después de cinco décadas será la culminación de una celebración ensoñadamente acariciada por una generación de sesentones egresados de la GUE Miguel Grau, de Abancay, hoy Institución Educativa Emblemática. 

Integrantes de la Promoción 1975, que este año celebran sus Bodas de Oro, han venido coordinando de manera entusiasmada en los últimos meses para hacer que las celebraciones Miguelgrauinas de octubre próximo sean de ensueño, históricas.

En Abancay, Cusco, Lima y otras ciudades, así como en el extranjero, donde residen promocionales, se han realizado reuniones de trabajo presenciales y virtuales, con miras a lograr una convocatoria masiva de los sesentones que han programado una agenda sostenida a cumplirse durante la semana de fiesta Grauina, que este año cumple 136 años, su centésimo trigésimo sexto aniversario.
Promoción Bodas de Oro Miguel Grau, testimonio gráfico en tres momentos: 1975, 1990, 2024.

Percy Salcedo Zúñiga, acompañado de una directiva descentralizada integrada por Alfredo Urbiola Benites y Efraín Gómez Pereira; y las delegaturas de Juan Juro Montes, Waldo Ramírez Bustamante e Iván Miranda Zuzunaga cargan con la tarea de la convocatoria, organización, celebración y demás compromisos que incluyen la participación de familiares. Es decir, una labor de elevada responsabilidad que ha logrado respuesta satisfactoria.

Para la tradicional “Clase del Recuerdo” se invitará los docentes Raúl Peralta Vera, Roberto Vivanco Urquizo, José Miranda Valenzuela, Romulfo Bedoya Castillo y Manuel Azurín Meléndez, quienes, en representación de una destacada generación de maestros, recrearán sus años de docencia con quienes hoy celebran cincuenta años de egresados de las aulas del Chinchichaca. Recordarán a los queridos profesores que en cinco años de compartir legaron valores, conocimiento y respeto.

Una placa recordatoria que perennice la relación de los 130 integrantes de la promoción Bodas de Oro, veinticuatro de los cuales ya adelantaron el viaje sin retorno, será colocada en el frontis del pabellón principal del colegio, en el marco de una ceremonia a esperarse emotiva, llena de recuerdos y de flashes.

Asistirán, como todos los años, a las jornadas tradicionales del Pasacalle y a la ceremonia oficial en honor al Colegio, ante el busto que erige la gloriosa imagen de Miguel Grau, en la avenida de ingreso al local educativo.

En el Desfile de Honor, se hará el intercambio de recuerdos y la entrega del Estandarte tradicional que simboliza el cambio generacional a la Promoción 76, siguiendo la tradición Miguelgrauina que inunda de emoción a las familias abanquinas, apurimeñas.

Visitarán el Hogar Asilo de Ancianos para retribuir a nuestros mayores que descansan en ese local humanitario una muestra de emociones y agradecimientos. Asistirán a una misa y romería en recuerdo y homenaje a los colegas que forman parte de la legación de Ángeles del 75: Willy, Gaspar, Edgar, Rubén, Hamilton, Guido, Joaquín, Hugo, José, Nemesio, Larry; Matías, Cancio, Genaro, Ángel, Mario, Toribio, Víctor, Pedro; Dominguín, Diomedes, Bailón, Gualberto, Enrique, Gilberto y Andrés.

Cerrarán las celebraciones doradas, con el almuerzo de confraternidad en el tradicional recreo El Edén, que sellará el reencuentro de pikis abanquinos, apurimeños que hace cincuenta años dejaron las aulas de la GUE Miguel Grau. Hoy acariciados por canas y años, con la acumulación de experiencias, soñarán con el próximo reencuentro, siempre con el entusiasmo y cariño que Abancay y sus calles, el Grau y sus patios, aulas y escalinatas los vieron crecer y convertirlos en hombres de bien que viven para recordar y trasmitir esas vivencias a sus hijos y nietos. Agradecidos y orgullosos de ser Miguelgrauinos Dorados de Abancay.

miércoles, 20 de agosto de 2025

"Qauchu Kullu", aporte miguelgrauino

“Qauchu Kullu”, aporte miguelgraunio
Escribe, Efraín Gómez Pereira

Cuando en los años setenta del siglo pasado, el jovencito Julio Arnaldo “Chivo” Acosta Sullcahuamán bajó con su maleta de sueños de un añejo Cóndor de Aymaraes para enfrentarse a Lima y sus desafíos, Lima y sus posibilidades; se topó con la dura realidad de una ciudad cosmopolita que entre sus calles y veredas escondía – ahora los exhibe como natural característica- enormes montículos de basura; obra y gracia del ser humano.

Las calles cercanas al tradicional parque Universitario, en el centro de Lima, donde estaban los cuarteles generales del bus interprovincial que lo llevó de Abancay a la capital en un viaje de más de 24 horas, no eran lo que todo provinciano imagina. La basura acumulada lo impactó sobremanera y recordó que, en Abancay, en Cachora – su tierra -, no había basurales de esa magnitud. 

“El andino sabe gestionar su entorno. Todo lo reutiliza” pensó para sí. Ese día, decidió que tenía que hacer algo para cambiar esa terrible situación. Se hizo ingeniero Mecánico en la Pontificia Universidad Católica, de la que hoy es docente principal, y su mirada tenía un norte: investigar.

Egresado de la GUE Miguel Grau, en el 75, hoy Bodas de Oro, el Chivo, destacaba como uno de los mejores alumnos de su promoción. Dedicado, disciplinado, responsable, cumplidor. Dibujaba bonito, tenía cuadernos bien ordenados y vestir pulcro. Atributos que sumados a su gran capacidad académica lo perfilaron como un potencial investigador.
Ya como profesional dedicó parte de sus capacidades de investigador a buscar salidas y alternativa al uso y reúso de materiales que se botan a la basura. El plástico en sus diferentes presentaciones del que nos deshacemos a diario y que son elementos altamente contaminantes del medio ambiente, acaparó su atención.

En España, en la Universidad Politécnica de Cataluña, se especializó en el Centro Catalán de Plástico, donde aprendió de los compuestos de madera y plástico. Ese conocimiento, muy especializado, lo trasladó a la Universidad Católica, en cuyo laboratorio de Ingeniería Mecánica lidera un equipo de profesionales y estudiantes, investigando maderas locales y plásticos, a fin de darles uso productivo.

Así llegaron a las tapitas de botellas de plástico y a las virutas de madera. Con el conocimiento de la tecnología que permite hermanar a estos elementos de descarte y convertirlos en un material resistente tanto o más que la madera y el plástico solos, impulsó su propio laboratorio en la universidad instalando hornos, prensas, moldes que les permitiría avanzar en las investigaciones.

En ese laboratorio nació “Qauchu Kullu” (plástico-madera o “madera de plástico”) una mezcla de plástico y madera reciclados. Es de alta durabilidad, liviano y moldeable. Resistente a químicos y a la perjudicial polilla; y de costo comparativamente económico. Con el novedoso Qauchu Kullu, se producen objetos útiles y se contribuye al cuidado del ambiente.

Plástico y madera rescatados de los desperdicios, abrazados para el confort humano en amoldables sillas y carpetas. No se trata del invento del Siglo, tampoco de una creación particular, sino del uso adecuado de materiales que, a pesar de provenir del descarte, siguen siendo útiles, gracias a la tenacidad de un miguelgrauino de la promoción 75, Bodas de Oro.

martes, 12 de agosto de 2025

Mi vecino el gallinazo

Mi vecino el gallinazo
Escribe, Efraín Gómez Pereira

Su hogar es un viejo tanque tirado en un descampado abarrotado de maquinaria abandonada que ocupa un terreno grande, colindante a mi vivienda, en plena avenida Huaylas, en Chorrillos. Restos de camiones, cargadores frontales, tractores oruga, mezcladoras, abundante fierro en proceso de oxidación, que habrían sido utilizados en obras de construcción de carreteras, pistas, viviendas y edificios, se atiborran en un cementerio de fierros que dará paso, en cualquier momento, a un nuevo complejo habitacional.

Revolotea a diario emparejado siempre, mostrando su imagen enseñoreada cuando extiende las alas para despabilarse del frío o del calor. Es el gallinazo, mi vecino desde hace más de quince años. Lo veo, solo o con su familia, desde mi ventanal del segundo piso.

A veces llegan en grupos de cuatro o seis, alborotando el palomar instalado en el mismo cementerio de fierros. Una comunidad de gallinazos, seguramente para celebrar algún acontecimiento.

Son pacientes. Nada ni nadie los apura. Se posan sobre el tanque de metal oxidado y vuelan, de rato en rato, hacia el viejo galpón donde las palomas anidan desde siempre, donde consiguen con suma facilidad pichones para su nido, donde esperan sus polluelos.  

En días soleados, una pareja ya identificada, se solaza acurrucada y quieta. Se olisquean unos a otros y sus picos encorvados y brillosos, juguetean con el plumaje del lomo de su cercano. Abajo, dentro del tanque, están sus pichones, que lanzan graznidos inconfundibles, reclamando la comida, a veces con desesperación. 
En mi entorno ya forma parte del paisaje urbano. Sus vuelos y aterrizajes, sus aspavientos y graznidos, sus olores pestilentes que eventualmente llegan empujados por ráfagas de viento están integrados al condominio de mi residencia. Sin “querer queriendo” los he adoptado como mis vecinos. Solo falta saludarnos y expresar nuestra mutua preocupación.

El gallinazo es un habitante natural de Lima, donde vive desde siempre. Revolotean en las orillas del río Rímac, sobre los techos de edificios abandonados y cúpulas de iglesias en el centro histórico, en las inmediaciones de los mercados llenos de montículos de desperdicios, en las playas, en los basurales, constituyéndose en aliados de la limpieza pública, en recicladores por excelencia y en depredadores permanentes de roedores. Por su feo aspecto, su olor asqueroso y su imagen de rapaz y carroñero, es un ser incomprendido, poco valorado.

En la época colonial muchas acequias prehispánicas expuestas al aire libre acumulaban desperdicios de los mercados y transeúntes. A través de los siglos, gracias a la labor silenciosa de los gallinazos, se evitó la propagación de enfermedades y, por ello, no los mataban.

“Es un ave carroñera, que por su inmunidad a la salmonela (bacteria que se encuentra frecuentemente en los cadáveres que consume), cumple un papel fundamental en la red trófica. Actúa como reguladora al limpiar los ecosistemas de carroña, desechos, excrementos, entre otros, saneando el ambiente y previniendo la proliferación de patógenos que pueden ser perjudiciales para otras especies y para el ser humano”. (Portal web Naturaleza y Vida Silvestre) 
 
Antaño, había leyes que promovían su protección y se sancionaba a quienes osaban sacrificarlos o eliminarlos. Una mirada de cuidado, comprensión y respeto hacia estos aliados de la limpieza pública ayudaría, nos ayudaría.