miércoles, 18 de diciembre de 2024

Navidad para nuestros músicos lambraminos

Navidad para nuestros músicos lambraminos
Escribe, Efraín Gómez Pereira

La música es el lenguaje universal. Es la que transmite alegrías y penas; amores y desamores; sueños y esperanzas. Es base de toda sociedad. 

En nuestros pueblos, el huaino hecho música, es la expresión omnipresente de costumbres y tradiciones. Nos sentimos identificados con sus letras y acordes que reflejan la vida misma, vista de diferentes ángulos.

Quienes la ejercen como modo de vida, como artistas e intérpretes, como creadores, compositores o ejecutantes son nuestros ojos y oídos. Son nuestras voces.

Muchos de ellos, individualmente o en agrupaciones, no tienen reconocimiento, no son valorados, a pesar de su gran aporte. Queremos escucharlos para gozar, tararear y bailar con sus creaciones y casi exigimos que sea de manera gratuita, como un favor, por una gaseosa, una cerveza o un plato de comida. Lo cierto es que sin ellos nuestra historia sería vacía, llena de baches. 

Hace algunos años los músicos, compositores y cantantes de Lambrama, se organizaron en una Asociación y desde allí, de manera agrupada o individual, siguen difundiendo y transmitiendo nuestra cultura musical. Huainos, carnavales, jarawis, qaswas, huancas forman parte de su repertorio, del que los lambraminos nos sentimos muy orgullosos. 
La Asociación de Músicos y Artistas del Distrito de Lambrama - AMADIL, tiene por ahora catorce socios y, recientemente, con ocasión del 185 aniversario de Lambrama, fueron reconocidos por la Asociación de Residentes Lambraminos en Lima, presidida por Doris Contreras Espinoza, con la entrega de placas de homenaje, en señal de agradecimiento al aporte en la difusión y preservación de nuestro rico acervo musical.

Recibieron sus placas, en persona o través de familiares, los músicos y cantantes asociados Albino Chipana Salazar, Bernardino Pereyra Peralta, Bertha Huallpa Serrano, César Salazar Chipana, Edgar Gamarra Paniagua, Florencia Laguna Espinoza, Fran Salazar Ccanre, Hernán Chipana Aroni, Jorge Damián Puma, Rufina Sarmiento Puma, Marisol Galindo Aquino, Marisol Aymara Toromanya y Juan Pérez Tecsi. El galardón correspondiente a Alberto Sarmiento Taipe, fue entregado de manera póstuma a su señora viuda, Nancy Ccanre Chipana.  

Para fortalecer la organización gremial nuestros músicos realizan actividades sociales y culturales con las que consiguen recursos necesarios, aunque no suficientes. 

En ese entender, un grupo de lambraminos afincados en Lima, Cusco, Abancay y otras ciudades del país, en la idea de conformar un “Comité Cívico por Lambrama” como un grupo de trabajo permanente, viene apoyando a AMADIL en la entrega de canastas navideñas para sus asociados. Es un primer paso de la nonata institución pero que aspira a apoyar iniciativas que busquen darle valor a la riqueza de nuestro pueblo y reconocer a los lambraminos que, dentro y fuera del pueblo, destacan en diferentes facetas, en especial en las culturales y costumbristas.

Nuestros músicos requieren de nuestro apoyo y compromiso. Amadeo Vera Milla y Efraín Gómez Pereira, waqrapukus identificados en alma y corazón con Lambrama, su historia, su presente y su futuro, ya dieron un primer aporte y la canasta requiere aún de insumos necesarios que les lleve una sonrisa a los artistas y sus familiares en esta fecha de especial connotación universal, en la que la música, a través de villancicos, alegrará mesas grandes o pequeñas, donde los abrazos son los mejores y esperados regalos. 

Si quieres la música nuestra y valoras a quienes la mantienen viva, súmate a esta iniciativa y “yapea” tu aporte al 983 702 108, de Bernardino Pereyra Peralta, presidente de AMADIL. Feliz Navidad.

martes, 10 de diciembre de 2024

Tía Rosita, de Lambrama

Tía Rosita, de Lambrama
Escribe, Efraín Gómez Pereira

La recuerdo con su amplia sonrisa y siempre afanosa. Con un inseparable mandil blanco y un sombrero de paja con toquilla negra, atendiendo su pequeña tienda ubicada en la plaza de Armas de Lambrama. Buenas tardes, tía, nuestro saludo atento estaba confabulado con las visitas que hacíamos a sus hijos, mis primos coetáneos, para armar patotas e ir a jugar al patio de la escuela, al jardín infantil que se encontraba en la explanada lateral de la iglesia San Blas; al estadio casi llegando a Huaranpata, al quiosco de la plaza escenario de miles de historias y anécdotas, a buscar oqollos en Qotomayo.
En el día, nos ofrecía rosquillas bañadas con batidos de huevo o galletas de animalitos. Un vaso de chicha blanca, con incomparables aromas a almendras y habas, era un regalo por el que convertíamos casi en rutinarias las visitas.

Tras la mesa, con la mirada concentrada en un quehacer manual, de bigotes cargados y casi despreocupado, permanecía el tío Venancio.

Al recordarla me la imagino cantando “Candadito” con Dora, mi señora madre, su prima; también con sus primas Alberta y Saturnina. Una generación de lambraminas que son inolvidables.
Rosa Pereira, la entrañable tía Rosita, regentaba uno de los primeros hornos dedicados a la elaboración de panes artesanales, entre los que destacaban las roscas y las chutas. Las huahuatantas para las fiestas de Todos los Santos tenían un sello particular, con máscaras de bellas niñas de ojos azules y cabezas de caballos briosos.  

En ese entonces, en Lambrama tomar una botella de gaseosa era un lujo, al que los maktillos, escolares, inclusive universitarios de visita, no podían acceder sin afectar sus raleados bolsillos. Un vaso de chicha en caporal o en un kero de madera o puku, era la alternativa salvadora.
Tras los juegos competitivos y sin descansos en los patios de la escuela, los peloteros adolescentes, jóvenes e inclusive los policías de la entonces Guardia Civil que hacían deporte de manera habitual, recalaban en la tiendita de la plaza para saciar la sed con uno, dos o tres caporales de chicha, elaborada por las hábiles manos de la querida tía, que siempre tenía la ayuda de la señora Irene Gómez.

Recuerdo que había colgada en la puerta que daba a la calle, una bandera roja anunciando la existencia del rico néctar. Su pequeña cocina estaba levantada sobre el piso de tierra, casi al borde del barandal que la casa de la plaza tenía hacia sus interiores, donde ollas grandes o makas llenas del rico fermentado algunas veces con frutillas rojizas, hacían presencia destacada.

Como todas las mujeres lambraminas la tía Rosa era activa participante de las jornadas comunales, de las fiestas tradicionales, de los pasacalles y carnavales, donde su voz particular sumaba al coro de cantantes que improvisaban letras y llenaban de alegría contagiante.

Formó, como lo hacen las buenas madres, con rectitud y disciplina a sus hijos. Todos ellos profesionales y personas de bien. Roberto, Hildaura, Eloy, Evarista, Gerardina, Genaro, Alberto, Santiago, Coni y Froy.

Tía Rosita tiene más de cien años. Vive en Estados Unidos, con sus hijos afincados en ese país desde hace varias décadas. Es de las pocas lambraminas longevas que permanecen al calor de sus vástagos, nietos y bisnietos. Debe tener en memoria, gran parte de la historia de Lambrama del siglo pasado. Lambramina admirable.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Paín y Maco, maktillos lambraminos

Paín y Maco, maktillos lambraminos
Escribe, Efraín Gómez Pereira

Lambrama años sesenta del siglo pasado. Escenario de la vivencia de una generación que en la actualidad forma parte de una legión de sesentones y setentones, respetados y de respeto. Viejos jóvenes o jóvenes viejos, que han sabido aquilatar el paso de los años y representan a una corriente que aún mantiene los usos y costumbres de antaño, donde el saludo y respeto - tan ajenos y alejados de gran parte de las generaciones actuales-, eran norma natural de la sociedad que involucraba, en un coexistir normal, a una población heterogénea. 
Emotivas imágenes con sesenta años de distancia. Lambrama 1963 y Lima 2024.

Juegos creativos con reciprocidad y respeto a la familia, a los mayores, a la naturaleza eran habituales entre los niños de este pueblo amistoso, de puertas abiertas. Los menores de entonces, seguíamos el ejemplo de los mayores, de nuestros padres -a quienes no se nos ocurría tutear-; de los maestros, que aun siendo procedentes de otras jurisdicciones vivían en el pueblo y hacían de la enseñanza escolar un apostolado. Los mayores ejercían cargos de autoridades locales por voluntad y compromiso, sin presupuestos ni salarios; sino con transparencia y responsabilidad.

Las costumbres populares que elevaban a niveles de excelencia la cultura tradicional estaban marcadas en las agendas anuales. Las obras locales, escuelas, carreteras, caminos de herradura, canales de riego, agua potable, panteón comunal, estadio, mantenimiento de la iglesia, calles y plazas se hacían a través de las tradicionales faenas comunales, donde todo el pueblo participaba en ánimo festivo, con la alegría musical de los Kaperos o Piteros, grandes testigos de la historia lambramina.

Las fiestas tradicionales se realizaban bajo responsabilidad de los Carguyoc, Cargontes o Alferados, que se preparaban durante todo el año y las celebraciones eran para todo el pueblo. Sin duda, las fiestas de Corpus Cristi representaban el sumun del compromiso de una familia, que en la organización de la mencionada fiesta ponía en vitrina su prestigio y su capacidad económica, que era la vara con que se medían las responsabilidades de este tipo. El buen resultado tanto en atenciones, presencia de artistas, danzantes, visitantes, comilonas y tragos elevaba a los cielos el orgullo familiar. Había que ser atrevido y pudiente para este encargo.

En cuanto a las fiestas populares de participación abierta, destacaban y destacan hasta hoy, los carnavales autóctonos, no solo por la danza y música y la originalidad de los versos y contrapuntos, sino porque en fechas previas se compartían los primeros frutos y productos del campo en una tradición llamada “qollachacusqa”, una actividad que integraba familias y barrios. Asimismo, en la fiesta de Todos los Santos, todo el pueblo vivía en integración compartida y no fingida ni obligada, entre ricos y pobres; mistis y campesinos, donde se forjaban amistades y compadrazgos para siempre. 

Recuerdo con nostálgica nitidez una celebración tradicional que pasó al lamentable olvido, a pesar de que llevaba consigo una fuerza de integración comunal jamás repetida: el Vara Muday, o el cambio de mando del cargo de Gobernador Distrital. Una ceremonia oficial convertida en fiesta popular convocaba a todo el pueblo, en la que se escenificaba el cambio del tradicional sello de la principal autoridad: el Varayog.

El profesor Adrián Pereyra, director de la escuela fiscal era el gran promotor y organizador del Vara Muday. Maestros, padres de familia, autoridades, vecinos notables, campesinos y sus hijos integraban el elenco de la festividad, que era la muestra popular que representaba a Lambrama en las grandes convocatorias regionales por el 24 de junio, día del indio, del campesino, Fiesta del Sol. 

La bandera rojiblanca, esquelas, tinyas y quenas; seccollos y huaracas; huainos, carnavales, jarawis, qaswas y huancas, y una vestimenta multicolor al estilo de los indios de las comunidades de Marjuni y Payancca, hacían presencia destacada que le valió a Lambrama, ganar los primeros puestos en competencias regionales realizadas en Abancay, Saywite y Cusco.

Una fiesta tradicional que hermanaba a los lambraminos, pues todos los integrantes del elenco viajaban fuera del pueblo, con sus propios recursos. No había presupuesto, pero sobraban voluntad, compromiso e identificación.

Paín y Maco, dos niños de cinco años, y otros lambraminos menores como Yla, Carmen, Marieta, Lina, Juvenal formaban parte del elenco. Recuerdo que mi libreto era repetir: “Mamitay, taitay” y no soltarme de las manos de mi padre. 

La foto que ilustra esta nota de nostalgia tiene más de sesenta años y es el testimonio de la participación en esas lides culturales de dos amigos de infancia lambramina: Marco Jiménez Triveño “Maco” y Efraín Gómez Pereira “Paín”. La gráfica, sirvió para actualizar esa vieja amistad con el registro de un encuentro ocasional sucedido hace unos días en Lima, en el que el abrazo sincero y afectuoso, me trasladó a Lambrama, a los antiguos barrios de Tomacucho y Pampacalle, donde Maco y Paín, hacíamos de las nuestras; a recordar a Rebeca y Antero, a Dora y Laureano, nuestros inolvidables padres. Un abrazo para Marco y familia, a quienes recuerdo con mucha estima.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Fiesta lambramina entre Lima y Chipito

Fiesta lambramina entre Lima y Chipito

Escribe, Efraín Gómez Pereira

Los lambraminos tenemos costumbres festivas. La alegría por las fechas tradicionales nos encuentra siempre en unidad, a pesar de las naturales divergencias motivadas por ese lado humano que no sabemos esconder.

El carnaval autóctono, llamado carnaval campesino, es una de las razones de nuestro orgullo comunal, pueblerino. La música carnavalera, hermanada con las huancas, jarawis, qashuas y wacatakis, son expresión genuina de nuestras gentes, de toda condición y se aferran con fuerza ante el infeliz sometimiento de otras razones culturales. Arpa y violín, cascabeles, quenas y tinyas fueron, son y serán la base musical de esa alegría comunal.

En Chipito, lambraminos celebrando la Maratón 2024

Con ocasión del centésimo octogésimo quinto aniversario del distrito de Lambrama, los residentes lambraminos en Lima no podíamos dejar pasar la especial ocasión para expresar esa alegría innata, recordando las fiestas costumbristas, la música, la comida y la integración con los aromas que nos acercan al pueblo, a pesar de la distancia geográfica.

La dirigencia limeña tuvo a bien organizar una jornada deportivo-musical, en un domingo que nos permitió encontrar el abrazo de paisanos de diferentes comunidades en un ambiente festivo pleno de calor, sabor y deleite.

Saborear porciones suculentas de trucha frita, chicharrones, picante de tarwi, yuyo picante, mote y papas nativas, rociadas de chicha de jora, nos hizo respirar a Lambrama, a sus barrios, sus calles, sus gentes; cuyas generaciones limeñas tan identificadas como sus mayores, participaron de esa tarde de integración y alegría.

 
Lambraminos en Lima, recordando y celebrando a la tierra

Equipos de fulbito de hombres y mujeres, de las comunidades y de familias lambraminas, compitieron en amistosa jornada y al final, todos los asistentes, disfrutaron de una velada musical, donde los sones de guitarras, arpa y violín, los acompañaron hasta altas horas de la noche dominguera.

En Lambrama las celebraciones fueron más explayadas. Misa y Tedeum, desfile escolar, sesión solemne, tarde de toros, carrera de caballos, futbol inter-comunidades, festival gastronómico y otras actividades convocaron a propios y extraños. 

Sin embargo, lo más llamativo y atractivo, cuya realización debe quedar institucionalizada por la municipalidad, fue la novedosa Maratón Apu Chipito 2024.  

La dureza de la ruta en un camino escarpado, accidentado y empinado desde la Plaza de Armas, a 3111 msnm, hasta la primera cumbre del Apu Chipito, a 4325 msnm, obligó a los participantes, hombres y mujeres, a “redoblar esfuerzos” para coronar la explanada, desde donde se logra una mirada espectacular del hermoso valle de Lambrama.

La competencia fue ganada en las dos versiones por representantes de la comunidad de Atancama. Danny Quispe Pumapillo y Beatriz Taipe Serrano, jóvenes atancaminos que coronaron la cima de Apu Chipito, se convierten en históricos de las celebraciones lambraminas. Sus imágenes llegando a la meta y hondeando las banderas rojas, quedarán como reto para las próximas competencias.

 
Danny Quispe, Beatriz Taipe (Atancama) y Celestina Chipana (Urpipampa), 
ganadores de la Maratón Apu Chipito 2024.-

En la categoría varones, el segundo lugar fue para Saturnino Parcco Ortega (Lambrama); tercero, Josue Pacco Saldívar (Caype); cuarto, Carlos Huallpa Luna (Lambrama); quinto, Esteban Huallpa Luna (Lambrama).

En la categoría damas, primer lugar, Beatriz Taipe Serrano (Atancama); segundo, Celestina Chipana Parcco (Urpipampa); tercero, Sharmely Molina (Lambrama); cuarto, Justina Huallpa Luna (Lambrama).

Luego de inaugurar la Maratón Apu Chipito, la tarea para las autoridades municipales, según palabras del alcalde distrital, Ignacio Chipana Pumapillo, es institucionalizar la ruta, como parte de la agenda de las celebraciones; gestionar la mejora del tramo pedestre aligerando el camino que permita el acceso de locales y visitantes; levantar un parapeto o barandas de seguridad en la falda de las laderas que dan cara al pueblo y convertirlo en un Mirador de turismo natural y vivencial, que permita a los visitantes practicar la caminata, el contacto con la naturaleza, registrar fotos y videos del hermoso valle de Lambrama.


miércoles, 13 de noviembre de 2024

Lambrama en sus 185 años

Lambrama en sus 185 años
Escribe, Efraín Gómez Pereira

Noviembre es mes de celebraciones en Lambrama, que el próximo 19, cumple 185 años de existencia política. Aquejado aun por las brechas sociales, su población se ubica en el quintil 1, es decir, entre los distritos con mayores carencias y más necesidades básicas insatisfechas. En pocas palabras, se encuentra todavía en niveles de pobreza y pobreza extrema.

De acuerdo con un reporte actualizado, a mayo de 2024, por la Dirección General de Seguimiento y Evaluación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social - MIDIS, el 55% de la población de Lambrama, tiene al menos una necesidad básica insatisfecha, colocándose en el orden 31, entre los 84 distritos de la región Apurímac.
Lambrama y su hermosa Plaza, siempre con cielo azul. 

La anemia infantil, que es un drama nacional, afecta al 28% de los menores lambraminos entre 6 y 35 meses de edad; y al 23% de los niños entre 6 meses y cinco años.

Los programas sociales del gobierno a través de sus intervenciones aisladas o coordinadas han permitido de alguna manera, acortar estas brechas, que deberían ser mejor aprovechados y capitalizados por los gobiernos locales, buscando la suma de esfuerzos, de la que no debe estar exenta la minería. 

Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), la presencia de la minera Las Bambas, ha modificado notablemente el mapa de la pobreza en Apurímac. En 2012, nuestra región junto a Cajamarca era la más pobre del país. “Apurímac ha experimentado una reducción significativa en los niveles de pobreza, pasando del primer lugar en pobreza al puesto 16 en 2023”, señala IPE. Estas cifras sin embargo no se reflejan en el modo de vida de los apurimeños, menos de los lambraminos. Todavía. 

Los esfuerzos que realizan las autoridades ediles no son suficientes para satisfacer las amplias demandas pendientes y que están acumuladas por décadas. Tarea pendiente que debería formar parte de una agenda distrital que obligue a las organizaciones sociales y académicas, a los clubes sociales de residentes en Lima y otras ciudades, a articular intereses para elaborar un Plan de Desarrollo Concertado, que considere ejes principales de desarrollo en obras de infraestructura, ambiental, productiva y social, además de rescatar y poner en valor la enorme riqueza cultural de nuestro pueblo.
Lambrama, custodiada por el Apu Chipito

Precisamente refiriéndonos a la riqueza cultural de Lambrama, debemos destacar el trabajo que realizan los lambraminos que viven en la ciudad de Lima, agrupados en la Asociación de Residentes, para organizar jornadas y encuentros entre paisanos añorando la tierra y proyectando sus miradas hacia el valle de los waqrapukos. 

Durante la pandemia, dieron ejemplo de solidaridad a través del apoyo en telemedicina, entrega de bolsas de alimentos y la gestión de encomiendas enviadas desde Lambrama para las familias que viven en Lima.

Asimismo, el soñado proyecto del terreno propio ya es realidad y las familias de residentes no descansan en mirar hacia adelante, calculando futuras reuniones de trabajo, diversión, familiar, y de reencuentros, en esos ambientes.

Las fiestas costumbristas en honor a San Marcos, patrón de Lambrama, la fiesta de Todos los Santos, el aniversario del distrito, son ocasiones especiales marcadas en la agenda anual de los lambraminos en Lima. 

Para las celebraciones del centésimo octogésimo quinto aniversario, 185 años, la Asociación de Residentes ha programado una variada jornada que incluye música, arte, comida típica y encuentros deportivos entre comunidades y familias.

El próximo domingo 24 de noviembre, el local Coloso Matarino, ubicado en la primera cuadra de la avenida Canto Grande, en San Juan de Lurigancho, será escenario del encuentro de lambraminos para celebrar el aniversario del distrito. La convocatoria es desde las ocho de la mañana.

jueves, 31 de octubre de 2024

Abancay: calurosa y amistosa

Abancay: calurosa y amistosa
Escribe, Efraín Gómez Pereira

Abancay cumple ciento cincuenta años, su Sesquicentenario. Es relativamente una ciudad joven, en comparación a otras urbes como Piura, Lima, Huamanga, Cusco, Arequipa, que están ad-portas de coronar el medio siglo de existencia.

Esa juventud, sin embargo, no la aísla de arrastrar similares o más grandes problemas que las otras, con características parecidas en desorden urbano, inseguridad, contaminación ambiental, hacinamiento en el tránsito y otras que, en esta oportunidad, no tocaremos.

Queremos mostrarnos festivos, alegres, sugerentes y positivos con esta ciudad de la que nos sentimos orgullosos. Tan orgullosos que destacamos sin miramientos esa cualidad humana tan nuestra, de las expresiones cariñosas que se escuchan en calles, plazas, mercados, residencias. Papacito, mamacita, aquicito, yapita.

Orgullosos de nuestra ascendencia histórica en la presencia sempiterna de la imagen de nuestra Micaela, que vio la luz de la vida el 23 de junio de 1744, en Tamburco. Mujer, lideresa, heroína y ejemplo para el mundo. Valorada por haber sido pareja de Tupac Amaru, pero poco conocida en su integridad como estratega militar de gran dominio y poder durante la rebelión emancipadora de 1780. 

Hace unas semanas estuve en este bello y acogedor pueblo, celebrando con otros miles de pikis, el aniversario del colegio Miguel Grau, otro orgullo de nuestra tierra. Ocasión que nos permitió revivir la emoción del reencuentro con familiares y amigos, hecho que se repite con el mismo entusiasmo, cada vez que regreso al valle del calor y la amistad.

Abancay tiene de todo para todos. La comida variada, agradable y original, va de la mano con el amistoso cariño de los pikis en el que destaca el memorable tallarín hecho en casa, acompañado del estofado de gallina o cuy, chicharrón, japchi de chuño y mote blanco. Los hay en huariques, mercados, restaurantes populares y las abanquinas picanterías, que cada vez se multiplican en diferentes lugares, señal de un sostenido crecimiento económico.
Visitar el mercado central o el antiguo Huanupata, para degustar jugos naturales es una tarea inevitable que nos remonta a los años setenta del siglo pasado, cuando escolares Miguelgrauinos aun, desfilábamos en tropel con mis hermanos para saborear los surtidos en jarras que, nunca se acaban.

Mirar la blanca efigie de Micaela, aprovechando los trazos de luz solar y perennizar el momento con una fotografía, no tiene precio. Pasear con pasos lentos por la calle Miscabamba, escapando del bullicio y turbamulta de la avenida Arenas, nos permite recrear el Abancay del ayer, de calles limpias, de puertas con aldabas sin candados. 

La plaza de Armas y sus eternas palmeras, sus bancas mullidas siempre ocupadas, nos cobijan en sus sombras del mediodía para mirar, con nostalgia y contagiosa emoción, los campanarios de la catedral, el viejo edificio del Club Unión y, por supuesto, la portentosa presencia del Quisapata, subida y bajada. 

Caminamos hacia el valle que nos espera con el ruido del fresco río Mariño, y solazarnos con unas gaseosas en El Edén y El Chama. Inevitable mirar los bosques de eucaliptos, pisonayes y jacarandás, extrañando la antigua y vistosa presencia de las moreras que daban cobijo a una industria de gusanos de seda, ya desaparecida.

El calor nos empuja hacia las sombras y caminando siempre oteando a todos lados, llegamos a Condebamba, donde nos espera un buen caporal de chicha de jora, que apagará la sed del momento. El cementerio nos abre las puertas y nos deja allanado el acceso para visitar familiares y amigos que adelantaron.

Dino y Genaro cruzan miradas y caemos en cuenta que es hora del almuerzo. Ahí nomas, está la picantería Villa Venecia, de las más antiguas y tradicionales, donde liberamos nuestro antojo y engullimos cuyes y chicharrones, rociadas de cusqueñas de trigo. Incomparable.

Abancay, la sesquicentenaria, tiene de todo para todos. Nomás hay que darse tiempo y programar el paseo por las inmediaciones del centro de la ciudad, o abrir sombrillas y subir desde las aguas termales de Santo Tomas, cruzar el puente colonial de Pachachaca, degustar bebidas espirituosas en la ruta de la caña, ingresar al suntuario y hacienda de Illanya. Sacudir las piernas para trepar al Quisapata, al Mirador, a la granja San Antonio, y perderse en los laberintos de Karkatera. 

Hay más, mucho más, dentro y fuera de la ciudad. Todo en ambiente de calor y amistad que solo se encuentran en Abancay. Feliz día, tierra querida, de un hijo lambramino waqrapuku.