GUE Miguel Grau 2020, en recuerdos
Escribe,
Efraín Gómez Pereira
En las celebraciones, por su 131 aniversario, los abrazos estarán más ausentes que nunca, “manan canjachu”. La marea roja que tiñe de fiesta y calor las calles de Abancay en octubre, será extrañada por propios y extraños. Nuestros “joros” no podrán desfilar por la avenida Arenas, ni por “Chinchichaca”.
Y es que la pandemia ha trastocado todo. Jodido y maldito “onccoy” que nos ha cambiado la realidad, de la que no se salvan ni las tradicionales festividades por el aniversario del colegio emblemático Miguel Grau de Abancay. Nuestro memorable “Chichito sunjasapa” no tendrá la presencia bullanguera de sus hijos, de sus promociones.
Quienes nos abrazamos virtualmente con mucha frecuencia a través de las redes sociales, en especial del WhatsApp, como los de la promoción 75, nos conformaremos, al igual que los miles de ex grauinos, con brindar evocando fotos de caporales de chicha de “jora” y “frutillada”, alegremente preparadas y maduradas en los “puyñus” de El Carrizal.
No haremos nuestras caminatas, de subida y bajada, por la avenida Seoane, mirando de reojo las piedras y pastizales que cubren el “huayco” del inofensivo río Chinchichaca, o la carrera de “chapitas” por la recta de la vereda, muchas veces haciendo de un solo lance un tramo entero, y ganándonos aplausos y hurras.
Tampoco habrá miradas melancólicas al ya desaparecido “Plasticuchayoc”, donde soñábamos armar batallas entre “apasankas y ninakaras”, o donde cazaríamos lagartijas y “huaironjos”, comiendo los hoy populares “aguaymantos”, o donde nos enfrentaríamos en “guerra a muerte de higuerillas” entre la A y la B, después de haberla “chocado” para la salida. La C se mantenía expectante.
No habrá empujones ni “charkipaltas” para tratar de comprar un delicioso pedazo de las melcochas del albino vendedor, ni haremos trampa para embaucar a la recordada y añorada Tía Lora, con sus incomparables papas rellenas y su baño de “uchucuta” verde bien picante. Paguen si deben.
Extrañaremos, cómo no, hacer alboroto en las graderías de la canchita de fulbito, esperando que alguno de nuestros “waikis” nos permita una “jachudita” a su pan con palta, su taparaco, rejilla, pan común o su biscocho de 20 centavos.
No tendremos ocasión de repetir osadas travesuras que hoy serían castigados con “arresto domiciliario”, como echar pegamento en la cerradura del aula de Física, justo el día de exámenes, dejando en manos del recordado “Meleco”, su reparación, que no sería de inmediato. Salvados por las campanas.
Solo recordaremos en alegres y jocosas charlas virtuales, el hacer fila india en el coliseo, para cambiarnos de ropa de deporte, mostrándonos avergonzados “jalasikis” ante el profesor “Negro” Montufar.
Será muy grato evocar que, en nuestros dulces años de “pikis” adolescentes, compartíamos esforzadas “pitadas” de principiantes, tratando de hacer argollas con el humo de un Dexter Junior, a escondidas y trepados en un eucalipto, un poquito “más allacito” la piscina olímpica.
Como no recordar y reír a carcajadas, cuando hacíamos cadenas humanas en el salón de Química, sin que nos viera el profe Vladi, introduciendo un lápiz en el tomacorriente más cercano, y provocando un shock entre los atrevidos compañeros, hasta que al último de la fila le daba un “chucchu” provocado por la inesperada sacudida.
Cantaremos de memoria, en silencio y con el recuerdo impregnado en los huesos, el “Gloria a Grau, quien triunfante pasea por los mares, el patrio pendón bicolor…” o el alegre, conquistador y triunfante “Salgan muchachas a sus balcones, que los grauinos van a pasar…”.
Responderemos en coro terrenal, viril y atrevido, el militar lema del sargento Tápara: “Estudio, disciplina… con un unísono ¡Carajo!, que hacían retumbar los vidrios, las retamas, pisonayes y eucaliptos, desde Chinchichaca, el Arco hasta el Ampay, y volar de un aletazo pichinkus, urpis y jesjentos, también guauinos hasta sus plumas y alas.
No habrá ocasión de compartir en el mercado central de la avenida Arequipa, un sustancioso y nutritivo caldo de gallina, sazonado con ricas y tradicionales “asnapas”; o saborear jugos especiales, con frutas, cerveza Malta negra, huevo, leche y algarrobina donde la tía Juanita, que nos engreía con su abanquina “yapita”.
No pasearemos por el Mariño, las piscinas El Riñón y Cristal, o recogiendo ricas “sirakas” camino a Condebamba, buscando banderas rojas para aplacar la sed grauina, que nunca se aplaca.
Será ocasión, sin embargo, para valorar lo que tenemos: Tiempo para compartir con la familia, los amigos, sabiendo que nos ha tocado una etapa especial en nuestras existencias. Tan especial que la fecha esperada, año a año, por los grauinos para renovar el cariño al colegio y el refrescar el abrazo con los amigos, tiene un inmenso valor, hoy más que nunca, pues esta pandemia inesperada, se ha llevado a muchos de nuestros amigos. Homenaje a los miguelgrauinos, “ajahuicsas”, que en esta pandemia han adelantado el viaje sin retorno.
Feliz aniversario querida GUE Miguel Grau. Así te hayan cambiado de nombre, sigues siendo mi Gran Unidad Escolar.