Juan Ccorahua Chuima, atleta lambramino
Escribe, Efrain Gómez Pereira
Hay historias personales que merecen ser citados como ejemplos de vida, para que las actuales y venideras generaciones, tan acomodadas a lo fácil, lo mediato, lo frágil o descartable; puedan tomar nota y seguir esas huellas dejadas por hombres y mujeres que se hicieron solos.
Juan de Dios Ccorahua Chuima, natural de Lambrama (1937), es un claro ejemplo de lo señalado. Desarraigado de sus querencias naturales, apenas a los diez años de edad, supo caminar un empedrado de dificultades y penurias que los sorteó con valor, decisión, serenidad y mucha disciplina.
Hoy, a los 85 años, es un viejo saludable, orgulloso de su raíz lambramina y su afincada emoción trujillana, ciudad norteña donde reside desde siempre. Es un destacado y reconocido fondista que compite en las grandes ligas del atletismo peruano desde hace 25 años, sumando en cada experiencia premios, medallas, trofeos y, sobre todo, aplausos y admiración.
Un camino empedrado
Con estudios de Primaria básica en Lambrama, llegó a la capital, para vivir en el Callao, como trabajador doméstico, limpiando y lavando en el hogar que lo acogió. Cada actividad desarrollada era una lección para Juan de Dios. En todo lo que hacía, ganaba aprendizaje que año tras año, se iban sumando para fortalecerlo como proyecto.
Parte de su infancia y adolescencia lo pasó con los Dominicos en Cusco, con quienes aprendió la disciplina, orden, puntualidad y el respeto, valores que practica sin pausas e inculca entre los suyos.
En Trujillo culminó la educación primaria en una escuela nocturna, como todo escolar que debe ganarse el pan de cada día, precisamente en el día; e hizo la secundaria técnica en el Instituto de Comercio, a donde llegó tras superar dificultades burocráticas gracias a que la casualidad puso en su camino a un sacerdote amigo, quien hizo de su apoderado.
Fue, sin duda, una etapa de formación muy esforzada para un adolescente y joven, enfrentándose a las exigencias naturales de la vida sólo, sin más compañía que su mismo empeño, su voluntad y el recuerdo de sus padres y hermanos.
Su ansiado sueño de pasar por las aulas de emblemático colegio San Juan de Trujillo, no pudo concretarse, llevando sus pasos al Instituto de Comercio, para hacer de la Contabilidad un medio de actividad económica que le permitió laborar por más de tres décadas en la Cooperativa Santo Domingo de Trujillo, a donde ingresó como conserje, y haciendo de asistente, auxiliar rotativo, técnico contable, hasta jefe, codeándose de igual a igual, con profesionales, maestros universitarios, que además de ser compañeros de trabajo eran amigos.
Viajó por todas las agencias regionales de la Cooperativa, llevando sus conocimientos para superar faltas y dificultades “había que cuadrar bien las cuentas para que los balances estén en orden”, recuerda. En los 35 años de labor cooperativa ganó amigos y afectos, con quienes mantiene una logia permanente de amistad, compromisos, visitas y atenciones solidarias, cuando se hacen necesarias. “Son amigos a quienes guardo en mi ser con gratitud”, rememora.
El fondista Master
Cuando Juan de Dios, frisaba los sesenta años, le picó el bicho del atletismo. Motivado por Alfredo Galindo Peralta, también fondista entregado, salía a correr en las madrugadas por las calles del entorno residencial, en el distrito de Buenos Aires. No tenía idea de que el correr callejero lo podía elevar a una posición de atleta.
Su primera competencia formal la hizo en una maratón organizada en el distrito de Larco Herrera. Corrió diez kilómetros, llegó a la meta, pero no logró subir al podio, sino algunas miradas de sorpresa y admiración, porque un viejo de 60 estaba compitiendo con jóvenes y destacados deportistas.
“No sabía de estrategias ni tácticas. Ese día fui a correr después de un desayuno cargado, gran error que corregí de manera inmediata. Se debe competir con el estómago vacío, solo alguna dieta ligera y abundante líquido”, explica.
“En la meta, a donde llegué agotado nadie daba razón de nada. Pedí una gaseosa a los organizadores y tras una mirada de desinterés, me la negaron. Estaba casi decepcionado por tremenda desventura y con el rostro de desilusión me retiraba, cuando el alcalde de ese entonces, don José Córdova, me reconoce y me ofrece agua y me felicita por mi logro en la categoría Master. Ahí empezó otra historia”, narra con notoria emoción.
Después, ya registrado como fondista Master mayores de 60 años, participó en infinidad de competencias, en Trujillo y otras ciudades, entre las que destacan los 18 kilómetros entre Vista Alegre y Huanchaco; 21 kilómetros en Larco Herrera; en Piura, Lima y otras regiones, sumando marcas y preseas, como la Medalla del diario La Industria, medio que en un reportaje destacó su potencial y capacidades. En la capital, el alcalde Luis Castañeda le otorgó la Medalla de ganador de la maratón ciudad de Lima, en la categoría Master.
En julio del 2019, durante el Segundo Campeonato Regional de Atletismo Master, Juan de Dios acaparó miradas, aplausos y premios llevándose nada más y nada menos que cinco medallas de oro, como integrante del Club de Fondismo Trujillo. Está afiliado a la Asociación Nacional de Fondistas - La Libertad.
En el Primer Campeonato Iberoamericano Máster de Atletismo - Lima 2019, realizado en La Videna, en el que participaron 550 deportistas provenientes de 22 países, el lambramino, a sus 82 años, logró dos medallas de oro en los 800 y 1500 metros.
En julio pasado, a sus 85 años, culminó los 10 kilómetros de la maratón organizada por el municipio capitalino, por los 201 años de Independencia del Perú.
En La Libertad, ha corrido en las pruebas de La Industria, Llave de la ciudad, Night Running, El Peñón del Encierro, Conache, Cruz de Mayo, entre otras y, en Lima, las clásicas de RPP, Adidas, Movistar, Golden Run, etc. Tiene una colección de más de un centenar de polos y otros tantos de diplomas, medallas y reconocimientos.
Juan de Dios, vive su tranquilidad en Trujillo, con buena salud, de manera ordenada, austera y disciplinada, con clara responsabilidad de deportista. Su dieta alimenticia no es rigurosa, sino controlada. De todo pero sin excesos. Mucho, abundante líquido. Nada de alcohol ni cigarrillos. A descansar temprano para levantarse sin sobresaltos. El apoyo y acompañamiento permanente de Haydee, su hija, y de Rufina, su hermana, son vitales.
Tiene su tiempo distribuido para el ocio, la lectura, los viajes, los entrenamientos y las competencias, porque todavía se puede, hasta que la propia fuerza y Dios lo permitan. Gracias, Juan de Lambrama, por enseñarnos un camino delineado que grafica sin dudas, el lema de todo deportista “Sí, se puede”.