El carnaval originario de Lambrama
Escribe: Efraín Gómez Pereira
¿Carnavales en abril? No es broma. Fue un domingo diferente; realmente diferente. Una licencia administrativa, para romper una tradición, permitía a los lambraminos reencontrarse en una de sus fiestas más emblemáticas y tradicionales, después de haberla soñado en los dos últimos años, impedidos como todo el mundo a causa de la pandemia.
El “Carnaval autóctono-originario Lambrama 2022”, se realizó contra viento y marea. Organizado por la municipalidad distrital, convocó a doce de las 19 comunidades que conforman el distrito de Lambrama.
Tomas Arteaga, trovador carnavalero nativo de Caype, en fotografía de Smith Benites Ferro, en el Cacharpary de Lambrama.
El color y alegría comunales se dieron la mano en caluroso abrazo, en los escenarios que vieron desfilar las performances de niños, jóvenes y viejos, –hombres y mujeres- elevando la temperatura, a través de saltos interminables, que permitían ver cómo volaban en círculo las polleras multicolores de las bellezas andinas; y cómo los ponchos de nogal, envolvían cuerpos sudorosos de cholos recios y trejos, ataviados de ojotas, pantalones de bayeta y camisas a cuadritos.
La plaza del pueblo, escenario del pasacalle tradicional, del Cacharpary o Despedida del Carnaval, abrió su sonrisa coquetona con Chipito y Kaukara, que vigilaban serenos el ir y venir de los danzantes, gritando estribillos que dejaban escuchar coplas socarronas en quechua: “Huas, huas, huas”.
Las imágenes transmitidas en vivo a través del Facebook, por voluntariosos paisanos como Alimber Ccanre, Marcelina Aroste Salazar y la señal de CTV Abancay, nos permitieron vivir la fiesta lambramina, como si estuviésemos entre los centenares de bailarines y fiesteros, hasta disfrutando el olor de la chicha de jora, el aroma de los surfus y waqankis que adornaban los sombreros de las paisanas.
La plaza y su solitario edificio de cuatro pisos, su vigilante torre de San Blas, se remecieron contagiados por la algarabía popular de las delegaciones coloridas procedentes de las comunidades de Marjuni, Payancca, Kisuará, Chua, Lahuañi, Pichiuca, Urpipampa, Siusay, Caipe, Suncho, Kera-Llullucha y Huayrapampa.
En el estadio municipal, como hace tres años, se realizó el contrapunto carnavalesco entre las doce comunidades. Con sus comparsas e instrumentos musicales, las voces chillonas de sus mujeres y las contestatarias varoniles, desfilaron en rondas interminables, los más de cincuenta participantes por comunidad, en muestras de doce minutos. Minutos interminables, piernas y cuerpos incansables. Aplausos y hurras, también interminables.
La escenificación envolvía hechos comunes, sobre actividades agrícolas, del respeto a los Apus, de la crianza de animales, de los enamoramientos. Las parejas formaban círculos variopintos, en danzas compenetradas y ordenadas. Banderolas con mensajes, carneros, caballos y disfraces artesanales, sumaban a los puntajes para la calificación final.
El colorido y alegre carnaval presentado por Marjuni, se llevó el primer lugar en la Serie A, seguido de Payancca y Chua. En la serie B, el ganador fue Kera-Llullucha, seguido por Siusay y Caype. Bien por ellos, por las comunidades que participaron y por las que se abstuvieron.
Un llamado a las autoridades de Lambrama, para que nuestras tradiciones culturales, que son parte de una riqueza inmaterial que se debe valorar, preservar y proyectar; se respeten en fechas y plazos, porque solo así mantendrán su valor y enriquecerán nuestra historia.
El carnaval campesino de Lambrama, tiene reconocimiento dentro y fuera de sus propios confines, por lo que es deber y obligación de los lambraminos, y especialmente de sus autoridades, ponerlo en valor permanente.
El masivo llamado hecho al municipio, para que suspenda esta jornada, por extemporánea y fuera de contexto, no fue escuchado; a pesar de ello, persistimos en lo medular del tema: Las tradiciones se respetan, se deben respetar.