Los “Piteros” de Lambrama
Escribe, Efraín Gómez Pereira
En todos los pueblos existen de manera organizada, voluntaria, generalmente por iniciativa propia. El común denominador de sus integrantes es la música; la música campesina, música originaria que se identifica con su pueblo, con sus raíces, sus costumbres, sus festividades, sus tradiciones.
No son más que cuatro o cinco “músicos” autodidactas sus integrantes, que valen, en sonido, emoción, compromiso y entrega, lo que una orquesta bien montada, equipada y profesional.
En el distrito de Lambrama, como en sus 19 comunidades existen, unos con más dinamismo que otros; y están presentes en todos los actos comunales, públicos y protocolares.
Los programas municipales de inauguración de obras, las visitas de autoridades regionales o nacionales, los desfiles de aniversario, las procesiones, las faenas comunales para limpieza de canales de regadío, de caminos rurales, las corridas de toros; siempre tienen la presencia colorida y alegre de este grupo de entusiastas comuneros.
Son tradicionales, míticos, originales. Su denominación no es uniforme. En Lambrama se les llama “Banda de Guerra” o “Piteros”. En otras jurisdicciones del Altiplano y Cusco, se les identifica como “Kaperos”.
Jesús, Feliciano, Tiburcio y Santos, hace poco más de un año en Lambrama.
Un pito, instrumento de viento elaborado con el hueso fémur de vicuña o venado; ahora último emplean un tubo de plástico adaptado, que se asemeja a una flauta o una quena; una corneta tradicional, revestida con hilos de colores rojo y blanco, y una pequeña bandera peruana que cuelga ondeante; una tarola, generalmente artesanal copiada de las tradicionales y un bombo, igualmente hechizo con material de la zona, son los instrumentos de los “Piteros” de Lambrama.
La tarola y el bombo no se detienen marcando un ritmo acompasado del huayno, jarawi, wakataki o marcha militar que el pito y la corneta, harán sonar con vibrante emoción. El pito se esfuerza por amalgamar una sinfonía y, tras una pausa, que da solo para el respiro, le sigue la corneta con otro acorde. Parece una competencia, pero es la suma de fuerzas de ambos músicos que llaman la atención de propios y extraños. Los aplausos caen a raudales.
Los “Piteros” de Lambrama siguen siendo los mismos que conocí hace más de 50 años. Han envejecido y con ellos, ha madurado la capacidad musical y el valor de esta tradición lambramina; pero, al mismo tiempo, advierten un grave riesgo de que esta rica esencia cultural desaparezca del pueblo, si sus integrantes se van al descanso eterno.
Lamentablemente no hay continuación generacional. Los jóvenes actuales, en mayoría, esconden cierta “vergüenza” adoptando para ellos, no solo el idioma castellano, sino la música foránea impuesta por la invasión del reggaetón, salsa, cumbia y otros ritmos que tienen libre acceso a sus hogares a través de equipos modernos, de los teléfonos celulares.
Los “Piteros” han sido, o vienen siendo relegados a algunas actividades puntuales, más por obligación con los viejitos, que por necesidad o compromiso. Es necesario que las autoridades, el colegio, apuesten por su recuperación y promuevan tanto la permanencia de la música generada por esta “banda” así como el cambio generacional de sus integrantes, buscando jóvenes con talento o inclinaciones musicales, brindándoles apoyo y facilidades.
Está muy cerca el ejemplo del distrito vecino de Circa, donde un profesional entusiasta natural de ese lugar, ha relanzado su “Banda de Guerra” distrital, que manteniendo su originalidad, cumple una agenda que va más allá de sus límites distritales.
Los “Piteros” de Lambrama se van quedando solos. Al aislamiento de Bautista Tello Teves, Patita, y su original bombo de Pampacalle, por razones de edad y salud, se suma el reciente fallecimiento de don Feliciano Espinoza Carbajal, integrante del grupo que deja un acongojado vacío.
Quedan para el reto de su continuación, los veteranos: Jesús Sequeiros, 92 años, Tiburcio Sánchez, 91 años y Santos Aimara, 66 años. Aquí una muestra del arte de los “Piteros” de Lambrama: https://youtu.be/CYxLnBdojkI
A través de esta nota, nuestro pedido a las autoridades de Lambrama para que tomen nota del encargo. La cultura tiene que ser recuperada, valorada y preservada. Nuestro homenaje a Patita, que vive en Abancay con 90 años; y a Feliciano, que descansa en paz, en Lambrama.