Hugo y Pepe: abanquinos y abanquinidad
Escribe, Efraín Gómez Pereira
La radio es su pasión. La vive desde su infancia. Es un maestro respetado y de respeto. Es la primera voz de la primera radio del Perú. Sus palabras, como su prosa, nutren de abanquinidad, diariamente, a sus seguidores en las redes sociales. Sueña con una Vía Expresa en Abancay, desde el Pachachaca hasta San Antonio.
No es difícil emocionarse al escuchar en cualquier momento, los alegres sones de “Si vienes a mi Abancay…”, el himno de los Pikis; o lagrimear con “Abancay de mis amores, si yo volviera a nacer…”.
Hugo Viladegut Bush y José “Pepe” Garay Vallenas, que enaltecen la abanquinidad más allá de nuestras fronteras, son la muestra viva de que el ser abanquino, es la suma de la ligazón terrenal con el suelo que nos vio nacer y lo especial que es sentirse Piki: es un orgullo inigualable, inconmensurable.
A propósito del aniversario de nuestra hermosa ciudad, 146 años, conversamos, vía WhatsApp, con Hugo y Pepe, para sacarles un poco de calor, de intimidad, que muchas veces las guardamos bajo siete llaves. Sus respuestas nos llevan, a hechos que los hemos vivido o los olvidamos, por “sabe Dios qué”.
¿Cuáles serían los tres hechos que marcaron tu abanquinidad?
Hugo: Primero la radio. Escuchaba radio Municipal desde que empezaba la transmisión hasta que terminaba. 2) El Pisonay de la esquina Av. Arenas y Núñez, tenía la idea que era un personaje de mi tierra. 3) El río Ñaqchero. Me gustaba ir hasta ahí siguiendo el camino de la acequia de agua. En la quebrada me gustaba jugar con el eco. ¡Qué cosa más magnífica!
Pepe: Los recuerdos que marcaron mi infancia los sello en la expresión: “Siete oficios y 14 necesidades”. Fui acólito/sacristán en los oficios religiosos de la Iglesia; auxiliar del gran maestro Mariano Ochoa, Mayordomo en el Complejo Parroquial, le asistíamos en el campanario y en la fabricación de velas. Recogedor de pelotas en el tenis y marcador de bull en los tiros al blanco de corto y largo alcance. Vendedor del diario “La Patria”, del Papi Vila y eventual cargador de maletas en el recordado paradero del Pisonay. En suma, fui un piki inquieto, travieso y palomilla.
¿Por qué sentirse orgulloso de ser abanquino?
Hugo: Cómo no sentirse orgulloso si todo lo hemos conseguido por trabajo comunal o por reclamos en la calle. Así paso con el mercado de abastos, que las abaceras salieron a las calles para arrancar un presupuesto para construirlo. Recuerdo las jornadas sincronizadas de abanquinos en diferentes ciudades para lograr el funcionamiento de la Universidad Particular de Apurímac. Nos organizamos para salir cuatro sábados a las 10 de la mañana para, con carteles y gritos, reclamar por la autorización de funcionamiento que el Senado de la República había impedido. Esa vez yo vivía en Cusco. Nada nos regalaron. Nosotros hicimos el progreso.
Pepe: Entre mis versos y dichos, hay uno que resume mi orgullo de ser abanquino: “Abancay de mis amores/si yo volviera a nacer/al cielo le pediría/que seas mi cuna otra vez”. Por su alegría, por la simpatía que inspira su gente, por su clima primaveral, por su colorido carnaval y por ser una sociedad de trato horizontal igualitario.
Cinco abanquinos, hombres y mujeres, que todo abanquino debe conocer.
Hugo: 1 Micaela Bastidas: No tenemos su partida de nacimiento, pero ella vive en nuestros pensamientos desde hace cientos de generaciones. 2) José María Arguedas: Nos hace sentir orgullosos de nuestra estirpe quechua. 3) Guillermo Viladegut Ferrufino, el Papi Vila: En el "Extraño Indio Clemente Kespe" proclama nuestra abanquinidad, una ciudadanía mestiza. Mitad quichua, mitad española.
4) Antonio de Ocampo: Trabajó intensamente por fundar el primer colegio secundario de Abancay, que luego tomó el nombre de Miguel Grau. Le debemos la memoria permanente. 5) Monseñor Enrique Pelach: Nos enseñó la solidaridad, trabajando por controlar la Leismaniasis o Lepra de cuya responsabilidad se había olvidado el estado, cerrando el leprosorio de Wambo. Se preocupó por los ancianos, les hizo un asilo y por los niños, haciendo un orfelinato.
Pepe: 1) Micaela Bastidas. 2) Antonio de Ocampo. 3) Enrique Martinelli Tizón, gestor de la expropiación de la hacienda Patibamba, que permitió el desarrollo urbano y rural de Abancay. 4) Rubén Chauca Arriarán, profesor, defensor implacable del origen abanquino de la gran Micaela Bastidas. 5) El Médico que en la década de 1950, descubrió el “Suero Piki” que contribuyó en la cura de la hepatitis fulminante -moscarina- que produjo muchas muertes de niños abanquinos.
Tres hechos que caracterizan/diferencian Abancay de otras ciudades
Hugo: 1) Nuestro carnaval: Ninguna ciudad de la Sierra del Perú tiene tan pocos espectadores en las tribunas porque todos están bailando y cantando. Me moriré feliz cuando haya 300 músicos en escena cantando ‘Chayraqmi Chayraqmi...’ Y mil bailarines danzando la entrada de carnaval.
2) Ningún abanquino que se precie de serlo puede decir "no sé nadar". Todos sabemos hacerlo, porque no hay placer más grande que amanecer en las pozas o las piscinas todos los octubres y noviembres.
3) Ningún amanecer en ninguna parte del Perú es tan colorido y alegre. Haya sol, lluvia o el cielo esté encapotado; nos despiertan los gallos, las tuyas y los pichincos. En todas partes se quejan de los gallos, en Abancay nos alegramos que existan, son parte de nuestras vidas.
Pepe: 1) Su clima tropical templado y primaveral. 2) La manera de ser sencilla y jovial de su gente, con sentimiento hospitalario por excelencia. 3) El trato igualitario, soberano y democrático de la sociedad.
Qué hacer para que Abancay logre un desarrollo equilibrado después del Bicentenario.
Hugo: Abancay necesita un plan integral urbano de mediano y largo aliento. Es urgente levantar un plano catastral, que involucre la participación de todas las generaciones y proyectar un corredor que una el río Pachachaca y San Antonio, con una ancha vía, sea para un tren o una vía expresa. Ese sería el sello de un cambio hacia el desarrollo sostenido que nos merecemos.
Ese plano catastral debe garantizar la intangibilidad de los ríos que atraviesan la ciudad y la del río Mariño, que es el río colector de las aguas.
Nuestra rica y envidiada culinaria regional debe ser registrada para darle valor y asegurar que esta rica tradición se pierda. No podemos cruzarnos de brazos.
Finalmente debemos regresar a la elaboración tradicional de wawas y caballos de pan, como siempre lo fue, con sus caretas que es una singularidad de nuestra cultura. Debería dictarse normas de salubridad para evitar contratiempos.
Pepe: Abancay por su configuración geográfica tiene un atractivo singular, similar a las ciudades griegas, italianas y españolas, donde predominan las colinas, que le dan un peculiar paisaje y una urbe en desniveles. Lo más importante e impostergable que debemos promover es un plan técnico en el área de saneamiento, agua y desagüe, con características especiales acordes a la geografía y topografía.
Gracias, Hugo. Gracias, Pepe. Esta pincelada de emociones y recuerdos nos hace valorar, querer más a nuestra tierra. Feliz aniversario, Abancay, tierra linda.